Si hubiera una forma de mejorar las tareas que conforman el día a día de tu empresa y que terminan siendo clave para el producto o servicio final de calidad, ¿querrías saberla? Hablamos de la optimización de procesos, un impulso a la eficiencia crucial para lograr el éxito y cumplir los objetivos de la empresa. Te contamos cómo.
La optimización de procesos es un enfoque sistemático que busca mejorar la eficiencia y efectividad de los procesos en una organización.
Descrito de forma breve, funciona de este modo: por un lado, se aplica un análisis de las áreas y etapas de los procesos y de las oportunidades de mejora; por otro lado, se implementan técnicas adecuadas para maximizar el rendimiento en los puntos detectados.
El resultado es la eliminación de ineficiencias (desde cuellos de botella, a pasos redundantes, falta de comunicación o necesidad de automatizaciones), logrando una mayor productividad en la empresa y mejora en la calidad final de los productos y servicios.
Para la optimización de procesos, existen varias metodologías o marcos de trabajo, como Lean Manufacturing, Six Sigma y Business Process Reengineering (BPR). Desde estas herramientas, las empresas pueden enfocarse en identificar problemas, analizar datos, proponer soluciones e implementar los cambios necesarios.
Además, debe comprenderse como una práctica continua en vistas a impulsar la eficiencia operativa y mantener una ventaja competitiva.
Por lo general, sus transformaciones pueden aparecer en las siguientes tres áreas:
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La optimización de procesos es crucial para que las empresas trabajen de manera más eficiente, reduzcan costes, sean más flexibles y sepan satisfacer las necesidades de los clientes.
Por lo tanto, se convierte en una herramienta valiosa para acceder a una ventaja competitiva que les permita lograr el éxito a largo plazo.
La optimización de recursos se centra en utilizar los recursos de una empresa o una organización de manera eficiente y efectiva. Se define como recursos: el capital financiero, los materiales, equipos, personal, el tiempo, entre otros.
El objetivo es asegurar un uso óptimo de los recursos, evitando posibles desperdicios.
Optimización de procesos y optimización de recursos se complementan mutuamente para lograr una mejora visible en los resultados de una empresa.
En definitiva, ambas se enfocan en mejorar la eficiencia y efectividad de una empresa, pese a que se centran en aspectos diferentes:
Además, en cierto modo, puede decirse que la optimización de recursos conlleva una mejor utilización de recursos; mientras que la optimización de procesos proporciona la cantidad de recursos apropiada para evitar retrasos.
Hay diversas formas en que una empresa puede afrontar este primer paso. Por un lado, se deben recopilar los datos relevantes sobre los procesos que se están analizando (tiempos de espera, tasas de error, indicadores de rendimiento…).
Por otro lado, es importante realizar un análisis de flujo de proceso mediante técnicas de mapeo. Aquí, se identifican las etapas de los procesos, los pasos que se dan y cómo las diferentes partes interactúan.
Finalmente, también es adecuado pedir feedback a los empleados que están directamente implicados en los procesos.
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Si ya se conoce el desarrollo y los problemas derivados del mismo, en los procesos, se debe determinar qué objetivos se desea cumplir. Para ello, se establecen indicadores clave de rendimiento (KPI) que miden la situación actual, pero también la situación futura deseada.
Aquí será también importante contar con un plan detallado a modo de Mapa de Ruta para lograr la transformación. Esto incluye también estrategias vinculadas a Gestión del Cambio y el lado humano del cambio.
Es el momento de ejecutar el proceso dentro de tu empresa. Una parte importante de la optimización de procesos será la capacitación del personal, poniendo a las personas primero.
Como hemos mencionado más arriba, la optimización de procesos es un proceso de mejora continua. Para ello, es clave monitorear y analizar los resultados obtenidos, detectando los potenciales puntos débiles y poniéndoles freno.
Gestión del Cambio es uno de los ases bajo la manga para las empresas que quieren poner en marcha sus estrategias de optimización de procesos. A través del Mapa de Ruta, las herramientas y estructura que proporciona la disciplina, las organizaciones logran liderar el lado humano del cambio y sobreponerse a problemas como la resistencia al cambio.
A través de este enfoque holístico, las organizaciones acceden a ayuda para sortear una de las variables más impredecibles en cualquier proceso de cambio: las personas.
Gestión del Cambio se convierte así en una ventaja competitiva para la transición de una empresa hacia la agilidad y la eficiencia.